Recién estrenada su segunda temporada, seguro que ya has oído hablar de ella… si te la describe un colega o un compañer@ de curro te dirá que la historia acontece en un hospital a principios del siglo pasado, que va de un cirujano (magistralmente interpretado por Clive Owen) que es adicto a la cocaina líquida, que fuma opio… que se dedica a intentar no dejar fiambres a sus pacientes con enfermedades o tratamientos que hoy consideramos simples trámites. Te preguntarás, ¿Un “House” de época? ¿otra puta serie de hospitales? Anatomía de Grey va por su decimoséptima temporada….pereza…. no es el caso, para nada.
Dirigida por Steven Soderbergh (“Sex, lies and videotape”, “Traffic” entre otras…) y adictiva como las drogas sobre las que se centra la trama, esta no es una serie para los excesivamente sensibles. Ambientada casi rozando la excelencia de Downton Abbey, The Knick, toca todos los palos, adicción, racismo, prostitución, enfermedades mentales, corrupción, la lucha de clases, la integración cultural… en definitiva, los estigmas de cualquier civilización de primer mundo y el pan nuestro de cada día para una ciudad como Nueva York. Invita a la reflexión, casi como un lánguido Kevin Roldán, con él, “empezó todo”. Pues eso, en Nueva York no empezó todo, pero casi.
Es televisión de calidad pero televisión en todo caso, por lo que la serie no está exenta de clichés en el arco narrativo, típica enfermera que se enamora del doctor (ahora bien, sin spoilear, estar enamorada de un yonki paranoico y ególatra a partes iguales no es nada fácil de interpretar) típico director de hospital al que todo el mundo odia, una suerte de señor Burns con debilidades carnales, carencias de afecto y con su consiguiente lado oscuro. Típicos cirujanos competitivos entre ellos, típica niña rica, típicos antiheroes todos…aun así de típica esta serie no tiene nada.
Como si de otro personaje principal se tratase, mención especial merece una banda sonora original compuesta por Cliff martinez (colaborador habitual de Soderbergh y ex Red hot Chili Pepper) que con su minimalsimo electrónico hace que una operación sin anestesia parezca una de esas noches oscuras en un after berlinés. Echale un ojo al video incluido.
Si no lo has empezado, deberías. Una vez te sumerjas en la oscuridad de lo que era la cirugía de hace tan solo unas cuantas décadas en su más cruda versión te darás cuenta de lo frágiles que somos y de lo poco que hemos avanzado como sociedad en el último siglo. Prepárate eso sí, si no te gusta lo explícito, la agujas y la sangre porque vas a flipar. The Knick, entretenimiento del bueno en estado puro.
Rating 7/10
Escrito por @willgarciaroman